Cannabis en femenino: raíces ancestrales y poder curativo
Desde la medicina popular hasta los estudios modernos, la planta revela su fuerza curativa guiada por manos y saberes de mujeres
Publicado en 20/09/2025

"Más que ciencia, el cannabis es un vínculo: una medicina que conecta cuerpo, mente y espiritualidad, como ya sabían las prácticas ancestrales", dice Aurora Valadão, sacerdotisa chamánica. | Foto: Archivo Personal
Mucho antes de que la palabra "cannabis" ganara espacio en los debates científicos, la planta ya formaba parte de la vida cotidiana de mujeres, curanderas y comunidades tradicionales. En los campos, en ecovillas, en los altares, en los rituales sagrados y hasta en el silencio de una cocina sencilla, se manifestaba en tés, infusiones o mezclada con alcohol para curar las heridas de los niños. Era un recurso de alivio para dolores del cuerpo y del alma, un vínculo entre la ciencia y la espiritualidad.
La criminalización interrumpió este flujo natural, pero no pudo borrar las memorias femeninas y ancestrales que persistieron en la historia de la humanidad. Hoy, con el redescubrimiento de sus potenciales terapéuticos, el cannabis resurge no solo como medicamento, sino como parte de una tradición que devuelve a la sociedad una forma de vivir con más calidad, ligereza y libertad.
Saberes que dialogan: ciencia y ancestralidad
Aurora Maria Valadão, sacerdotisa de la Tradición del Xamanismo de la Diosa Madre e investigadora en Salvador (BA), ve en la planta un ser vivo que comparte su inteligencia con la nuestra: “Cuando hablo de un terpeno, de un cannabinoide, estoy hablando de la esencia de un ser, que vive en este tiempo y espacio en el que vivo, y que metaboliza componentes que contribuyen a mi salud. Es una relación, y toda relación se da también en campos sutiles de mucha profundidad para quien está atento”, explica.
Para ella, el cannabis no debe ser visto solo desde la mirada técnica de la biología o la farmacología, sino como parte de un tejido relacional que une cuerpo, mente y espíritu. Es el mismo principio que sustentaba las medicinas ancestrales, que iban desde el té preparado por una abuela hasta la consagración en rituales de curación.
Cannabis y el cuerpo femenino: historias olvidadas

La historiadora Thamires Sarti recuerda cómo, hasta principios del siglo XX, el cannabis estaba presente en las recomendaciones médicas y en el cuidado de las mujeres. En revistas y gacetas médicas, se relatan usos de tinturas de cannabis para tratar hemorragias posparto, cólicos, dolores de cabeza e incluso crisis de migraña.
Médicos portugueses, por su parte, aprendieron de africanos de Mozambique a utilizar hojas de la planta para aliviar dolores articulares. Este encuentro de saberes cruzó el Atlántico y llegó a Brasil, donde el cannabis también formaba parte de rezos, bendiciones y prácticas religiosas de matriz africana.
“Es en este punto donde lo femenino aparece no solo como público de cuidado, sino como guardiana de los saberes: curanderas, madres de santo y parteras transmitían oralmente formas de uso que los libros de medicina luego registraron, casi siempre sin reconocer la autoría africana y femenina de esos conocimientos”, señala Thamires.
Rituales, espiritualidad y ligereza
Aurora recuerda que el uso de la planta no necesita enmarcarse solo en la lógica clínica. “Ya sea un té que la señora prepare con la hierba recolectada en la plaza, ya sea un porro compartido entre amigos o un rito hindú en honor a Shiva. El uso de la planta para el equilibrio es conciencia, es una relación respetuosa con todos los seres, incluso con la planta, que es bioquímica y espíritu”, evalúa.
Así, el cannabis también se revela como medicina de la alegría. Registros populares de principios del siglo XX muestran a trabajadores rurales fumando en pipas o calabazas con agua, una especie de bong ancestral, para reír más fuerte, aliviar tensiones y celebrar la vida. Para muchos, era una risa curativa, una forma de salud que iba más allá de diagnósticos médicos.
El renacimiento de un vínculo perdido
Lo que la ciencia redescubre hoy, ya sea en investigaciones sobre dolor crónico, epilepsia o salud mental, ya era intuido por mujeres, pueblos indígenas y comunidades africanas hace siglos. La diferencia es que ahora hay gráficos, exámenes y artículos académicos que confirman lo que las prácticas ancestrales ya sabían en la piel.
“Honrar esta raíz de relación aporta una idea de horizontalidad en los saberes”, reflexiona Aurora. “Podemos intercambiar y enriquecernos tanto... siento que ya estamos en ese camino en las universidades, en las asociaciones, incluso asumiendo cada vez más el camino religioso de la consagración de la medicina también para trabajos espirituales”, añade.
Entre tinturas antiguas y nuevos extractos, entre las abuelas que sabían preparar infusiones y los laboratorios modernos, el cannabis se reafirma como una planta femenina porque también es generosa, curadora, risueña y, además, deja un recordatorio de que la ancestralidad y el futuro pueden caminar juntos, y que en lo femenino la vida encuentra potencia y cuidado.